Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han tratado de comprender y contemplar la belleza del mundo que les rodea.
El arte es una forma de expresar nuestro aprecio por las complejidades de la vida y, al mismo tiempo, de dar salida a las emociones y el pensamiento.

Pero, ¿Cual es el objetivo del arte? ¿Para qué sirve? ¿Existe algún principio subyacente que nos permita comprender su verdadera finalidad?
Explorando diversas interpretaciones de esta cuestión fundamental -desde los filósofos antiguos hasta los científicos modernos- comprenderemos mejor por qué el arte es importante en nuestras vidas.
¿Cual es el objetivo del arte?
El arte es una actividad exclusivamente humana. Solo los seres humanos son capaces de experimentar todas las relaciones estéticas.
Los objetos no son intrínsecamente bellos, sino que despiertan sentimientos y sensaciones estéticas en los seres humanos, que son el resultado de su educación y el entorno social en el que se desarrollan.
En este proceso, que va desde la realidad externa hacia el interior del individuo y luego regresa a la realidad transformada en imagen artística, se produce la interrelación de categorías estéticas (Vigotski, 1978).
Estas categorías incluyen la unidad y contradicción de lo concreto y lo abstracto, de lo lógico y lo sensorial, de lo general y lo particular, del fenómeno y la esencia, y del contenido y la forma.
El equilibrio y la armonía entre estas categorías son elementos determinantes en la apreciación de la obra artística, y deben complementarse con el nivel de educación estética de los espectadores para comprender y valorar adecuadamente el producto artístico.
Las imágenes artísticas, que transmiten valores estéticos, son el resultado de las condiciones y premisas que posee el artista, como la sensibilidad artística y la maestría profesional.
Estas condiciones combinan tanto disposiciones naturales de la personalidad como habilidades y hábitos adquiridos a través del estudio y la práctica.
Sin embargo, el reconocimiento social de los valores estéticos de la obra de arte requiere que el público tenga la sensibilidad y los conocimientos necesarios para apreciar adecuadamente las diversas manifestaciones artísticas.
Esto solo se puede lograr a través de la educación. Como señaló el famoso intelectual y patriota cubano José Martí, refiriéndose a la poesía, “tan autores son de ella los que la comprenden como los que la hacen” (Martí, 1962, p. 285).
En resumen, la función del arte es satisfacer las necesidades estéticas de los seres humanos a través de obras que brindan placer estético, enriquecimiento espiritual y satisfacción personal mediante la recreación artística de la realidad en sus diversas formas de expresión.
El arte no solo es un contenido de la educación del ser humano, sino también un medio para educarlo y ampliar su visión del mundo y de sí mismo desde la perspectiva de los valores estéticos.
En este sentido, el papel de la educación estética (o apreciación del arte) es fundamental y ha sido reconocido históricamente como parte integral de la educación completa del ser humano, como un componente esencial del proceso de humanización.
Esta idea ha sido respaldada por filósofos de la antigüedad y ha persistido a lo largo de diferentes regímenes sociales, independientemente de cómo se haya implementado en cada sociedad.
Todos los grandes pedagogos, sin importar su posición filosófica o compromiso de clase, como Comenio, Vives, Pestalozzi, Rousseau, Dewey, Klinberg, Piaget, Vigotski, Suchodolski o Barragán, coinciden en la importancia de la educación estética y promueven su inclusión en los planes de estudio escolares.
¿Cuál es la importancia que tiene el arte?
El arte y la naturaleza humana están estrechamente vinculados. Las diversas formas de expresión artística responden a la necesidad inherente que tienen los seres humanos de expresarse.
El arte desempeña un papel fundamental como mediador y motor de la comunicación, ya que a través de la creación artística, los artistas transmiten no solo emociones, sino también mensajes que nos invitan a reflexionar sobre nuestra existencia, los problemas sociales y la vida en general. Desde esta perspectiva, el arte se convierte en una herramienta capaz de transformar y educar a la sociedad.
Como terapia, el arte tiene el poder de brindar paz, felicidad, amor y esperanza a las personas.
Por ejemplo, en momentos en los que necesitamos sanar la tristeza, la música puede ser reconfortante; las comedias teatrales nos hacen reír; las películas nos permiten soñar y divertirnos; aprender sobre el pasado o contemplar obras artísticas nos ayuda a apreciar su belleza.
El arte refleja la cultura humana y, por lo tanto, desempeña un papel importante en la preservación del patrimonio cultural de los pueblos, transmitiéndolo de generación en generación.
Además, el arte es subjetivo y se expresa en un lenguaje universal comprensible para todos los seres humanos, ya que apela a nuestros sentidos, emociones y facultad de pensar.
En la educación actual, aún se basa en obras artísticas del pasado, ya que estas manifestaciones artísticas nunca han perdido su relevancia para la sociedad.
¿Que se puede transmitir a través del arte?
Las emociones desempeñan un papel vital en todas las disciplinas artísticas, desde la pintura hasta la escultura, la música, el cine, el teatro y otras formas de arte…
Todos podemos aprender a utilizar nuestras emociones como apoyo en el proceso creativo” (Ivcevic, Hoffmann, Brackett y Botín, 2014, p.18).
El arte es una herramienta que nos permite expresar de manera libre y creativa nuestras emociones. Nos permite conectarnos con nuestro interior y experimentar, escuchar y comprender nuestras emociones.
Según Casado y Tobal (2011), las emociones cumplen tres funciones: adaptativa (preparar al organismo para una conducta adecuada), social (la expresión de emociones facilita las interacciones sociales) y motivacional (una emoción impulsa la aparición de una conducta motivada y la dirige hacia un objetivo con cierto grado de intensidad).
De esta manera, cada emoción tiene una función adaptativa específica: la alegría fomenta la afiliación y la reproducción, la tristeza busca la reintegración personal, la ira se relaciona con la defensa y la destrucción, el miedo con la protección, el asco con el rechazo y la sorpresa con la exploración y la orientación (Casado y Tobal, 2011).
En todas sus formas, el arte nos permite desarrollar nuestra inteligencia emocional. El término “inteligencia emocional” fue acuñado por primera vez en un artículo científico publicado por Salovey y Mayer (1990).
Según estos autores, la inteligencia emocional es la capacidad de percibir, comprender, asimilar y regular nuestras propias emociones y las de los demás.
Conectarse con nuestras emociones nos ayuda a sentirnos mejor. No existen emociones buenas o malas, todas las emociones son esenciales para nuestro desarrollo; lo importante es aprender a identificar, conocer, manejar y regular nuestras emociones de manera adecuada.
“Mientras que hablar sobre nuestras emociones puede resultar muy personal e incómodo para algunas personas, las obras de arte nos brindan la oportunidad de analizar esas emociones desde una perspectiva apartada de la persona” (Ivcevic, Hoffmann, Brackett y Botín, 2014, p.20).
¿Qué es lo que le da valor al arte?
El valor artístico de una obra se basa en la habilidad creativa, técnica, estética y expresiva de su autor, plasmada en dicha obra.
Diversas características como la calidad de la composición, la precisión interpretativa, el manejo del pincel o el cincel, el uso del color y la armonía, la temática y la capacidad de transmitir ideas, conceptos y emociones son solo algunas de las muchas que definen la contribución artística de una obra de arte.
Por supuesto, estos elementos no siempre son fáciles de juzgar. En la época de Tchaikovsky, el crítico musical alemán Hanslick, considerado el más influyente de su tiempo, describió el Concierto para violín del compositor, una de las obras más valoradas y famosas del mundo, como una obra “cuyo hedor uno puede escuchar”.
Afortunadamente, el arte se impone y encuentra su lugar en la historia. La valoración de obras contemporáneas también requiere de una perspectiva temporal, ya que parte de su valor artístico está relacionado con su posición en la trayectoria del artista y con qué tan representativas son de sus mejores expresiones o de su época.
Los curadores, críticos e historiadores expertos en artes desempeñan un papel crucial en la definición del valor artístico de una obra.
Museos, galerías, comerciantes reconocidos, teatros y salas de conciertos famosos también contribuyen al análisis y difusión de los artistas y sus expresiones.
Por lo tanto, el origen de una obra y su historial de exposiciones, representaciones y propietarios también influyen en su valor artístico y, por ende, en su valor comercial.
¿Cómo influye el arte en los seres humanos?
El arte, como manifestación humana, desempeña diversas funciones, entre las cuales destacan la función cognitiva, educativa y comunicativa.
En cuanto a la función cognitiva y cultural, el arte proporciona conocimientos acerca de una época específica, revelando cómo se vivía, cuáles eran las costumbres, la religión, la sociedad, la ideología y los avances tecnológicos, entre otros aspectos.
Por lo tanto, el arte se convierte en un valioso documento informativo que nos permite comprender y estudiar diferentes períodos históricos.
En lo que respecta a la función educativa o formativa, el arte contribuye a la formación de habilidades específicas y permite la expresión de sentimientos y valores que pueden influir en el comportamiento humano.
De esta manera, el arte orienta nuestra actitud y valoración hacia el mundo, contribuyendo al desarrollo integral de la persona.
En términos de la función comunicativa, el arte actúa como un canal a través del cual se intercambian pensamientos, sentimientos e ideas.
Permite la transmisión y la expresión de la personalidad y las aspiraciones del artista, así como la conexión emocional y cognitiva con el público. En este sentido, el arte facilita la comunicación entre individuos y grupos, fomentando la interacción y la comprensión mutua.
En resumen, el arte desempeña funciones significativas al brindar conocimientos culturales, formar capacidades individuales y servir como medio de comunicación que trasciende las barreras lingüísticas y culturales.
Su importancia radica en su capacidad para enriquecer nuestro entendimiento del mundo, moldear nuestras actitudes y valores, y promover la conexión y el diálogo entre las personas.
Conclusión:
En conclusión, el propósito del arte puede variar dependiendo del individuo y el contexto. Sin embargo, algunos propósitos comunes del arte incluyen la autoexpresión, la comunicación, el comentario social y cultural y el disfrute estético.
Ya sea una pintura, una escultura, una canción, un poema o una película, el arte tiene el poder de inspirarnos, provocarnos y desafiarnos.
En última instancia, el propósito del arte es enriquecer nuestras vidas y ampliar nuestras perspectivas, ofreciéndonos una forma de conectarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea de manera significativa. Si deseas más información visita el sitio web Elpoderestuyo.mx.